miércoles, 24 de noviembre de 2010

Polarstern

Entre Alshain y Pi Leo se encuentra a cuatrocientos treinta años luz la misteriosa estrella cefeida que durante siglos a sido el punto de referencia utilizado por cada peregrino que firmemente decide encontrarse cara a cara con el espíritu del norte.
Polaris, la milenaria reina septentrional llama a sus hombres nuevamente.
Errai vislumbraba entre sueños vívidos un extraño pasaje etéreo que conducía hacia tierras remotas jamás ideadas por los mortales al observar el cielo nocturno desde la solidez del suelo terrestre que poco a poco se despedía de los efectos gravitatorios predominantes.
Al extender su brazo hacia el firmamento sintió una escurridiza fuerza que rodeaba sus dedos, posteriormente su mano y por ultimo su brazo. Una vez sujeto, logro ser elevado con ligereza hacia el firmamento, hacia lo inmaterial.
Despabilándose del efecto placentero que el asenso causaba miro hacia abajo y logro contemplar su propia mirada perdida y sin vida que estática enfocaba hacia las alturas mientras su cuerpo inmóvil permanecía de pie, extrañando el aliento vivaz que alguna vez le impulso.
-Es la estrella polar quien te espera… Es la estrella polar por quien esperas. Errai reconoció la voz cálida con rapidez. Se vaciaba para llenarse nuevamente de aquello que siempre fue mientras contemplaba nostálgicamente un misterioso sitio familiar. Se olvido de mirar hacia abajo, las nebulosas impedían la observación del panorama universal. Nada había ya. Un haz de luz acaricio su alma y le ofreció una agradable bienvenida fraternal.
-Bienvenido a casa, onceavo descendiente de Sirio. La libertad esta ante tus pies. La voz atravesó los pensamientos de Errai. Era lo único que su nueva conciencia atesoraba, todo lo demás había sido abandonado para aprender a recordar.
La forma de experimentar había cambiado radical e intensamente. Todo ofrecía una tibieza inhumana, todo parecía danzar al ritmo de la dorada eternidad que generosa tendía su mano a cualquiera que encontrara las nuevas regiones mentales del ser.
Polaris, la milenaria reina septentrional llama a sus hombres nuevamente… Y nunca se equivoca, pues una madre jamás olvida el rostro de sus hijos. No importa cuantos nombres hayan tenido, no importa cuantos años o vidas hallan pasado.
Entre Alshain y Pi Leo se encuentra a cuatrocientos treinta años luz la misteriosa estrella cefeida que durante siglos a sido el punto de referencia utilizado por cada peregrino que firmemente decide regresar a casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo WOOWWWWWWWW, nunca me habia metido tanto en algo que leo, me encanto esta superrrrrrrrr ...pero tambien logre entender segun YO muchas cosas ojala luego podamos platicarlas para filosofar ya sabes jajajjaja
ATTE: El chorizo y la cebolla. jajaja

Nordavind dijo...

Cuando tú quieras filosofamos sabrosón estimad@ “El chorizo y la cebolla”