martes, 9 de noviembre de 2010

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Los fabricantes de suspenso se alimentan de suspiros genuinos. Se disfrazan entre las sombras para volverse invisibles excepto para sus propios pensamientos. Anotan y devoran con la vista todo lo que a su alcance esta para lograr mimetizar en sus entelequias el ambiente que les rodea pero claro, a su retorcida manera.
Los fabricantes de suspenso no creen mucho en este mundo, prefieren raptar la atención del universo para transportarla a una dimensión donde todo pende de un hilo y todo puede suceder, donde cada día es crucial y contiene un significado que no puede ser desechado cual prescindible pareciese. Tejen situaciones y juegan con la imaginación de aquel que contempla la creación. Reacomodan y destruyen a la vez los conceptos preconcebidos, violan recuerdos y los ofrecen en charolas de plata para ser degustados por extraños famélicos.
Los fabricantes de suspenso adoran vivir en las tinieblas recreativas tan estimulantes que acarician e incitan el áspero contenedor de historias para dejarlas brotar, para dejarlas desbordarse excesivamente y así estas logren carecer de control alguno, pues desean penetrar en mil y un realidades ya sean color rosa o incineradas por amargas experiencias, castas y tan puras o corroídas por la lujuria y el deseo interminable.
Los fabricantes de suspenso te atrapan, te envuelven en indescriptibles secuencias de pánico y placer dejándote a doce cuadras de lo que entiendes.
Y a veces solo escriben por escribir.

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