miércoles, 20 de abril de 2011

Dominante

Ahora subo al tejado cada noche sin falta. Volví a fumar y a tomar como siempre acostumbré. Subo al tejado pero esta vez, no tengo deseos de espiar a los transeúntes nocturnos que suelen balbucear tranquilamente... Creyendo que nadie les escucha. Creo que la gente que recorre las calles de noche es la que menos temores lleva consigo, es la gente más tranquila e ilustre en realidad. No sé dar una respuesta coherente, simplemente lo creo. Esta vez, sólo quiero observar las borrosas estrellas y fumar mientras atiendo a las voces de mi interior que han adquirido un poder inmensurable.
Dicen que incluso la misma muerte puede resultar graciosa si logras encontrar el ángulo correcto, dicen que lo invisible se manifiesta únicamente en la sombra inmortal y que nada es tan terrible como llega a ser supuesto.
Nunca describen algo verde o con aroma fragante, eso es extraño pero sigo el juego, al fin y al cabo, mi mente serena se encuentra. No cualquiera tiene esta compañía, no, mejor dicho, no cualquiera puede soportar esta compañía. Alguien tiene que realizar el trabajo.
Escribo toda la información con su permiso mientras escucho melodías que solo yo conozco. Escribo todo lo que dicen pues creen que yo no represento peligro alguno, es más, creen que soy su aliado.
Dejo que se desahoguen conmigo cada noche mientras espero el amanecer, mi autorización para descansar y viajar tan lejos como me lo permito. Últimamente he rechazado la invitación de las voces. Probablemente esta vez me digne a visitar su muy antiguo hogar, el cual según estas, está más cerca de lo que puedo imaginar.
La luna siempre me muestra la misma cara, me pregunto si algún día podré ver su espalda.
Me respondo para poder preguntar: ¿Cuándo?
Ellas siguen hablando, no saben escuchar.

1 comentario:

Pi dijo...

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