sábado, 9 de febrero de 2013

Ella... Siempre


Ella lo vió. Sonrojó su rostro al descubrirle ahí una vez más. Sentado, dándole la espalda. Esperó durante algunos días para confirmar su sentimiento. Arrojó un “hola” al unísono.
Él la escuchó  sorprendido. Los vellos de su cuello se erizaron por completo. Aquella voz era inconfundible. Éter, morfina para un ficticio desamor tan torcido como enfermo. Su espíritu se iluminó flagrante y nació el silencio.
Hola- Habiendo torcido su cuerpo para verla, él emitió un saludo diáfano e inconcluso.  Miró sus ojos y nuevamente, nutrió a su memoria con la imagen del afilado rostro femenino que tanto anhelaba apreciar.
La chica tomó asiento frente a él y sin basilar, se amoldó hábilmente a la conversación del pequeño grupo que ya se encontraba reunido en el interior del salón.
El irradiaba una seguridad que no empataba con sus sentimientos. Algo distante, frio. Sentía miedo en realidad. ¿Miedo de qué?  Se preguntaba ella mientras lo estudiaba con la mirada, haciéndole un hueco al pensamiento también.  Ay de aquella persona que entregue su ser por completo a un hermético extraño.
El solía jugar con el tiempo, es lo que la chica desconocía. En el pasado, él solía tramar mil situaciones en la mente antes de emprender.
El chico titubeo pero lo consiguió. Pudo dirigirle la palabra certera y amablemente. Su alma se regocijó en puro éxtasis cuando ella le devolvió una sonrisa perlada que fluía con la risa emisaria de un corazón rebosante, palpitante.
Era muy temprano, ambos habían disfrutado por separado de un cuantioso desayuno. Fue lo único que supieron del otro. Las clases habían iniciado.
Había llegado el momento de actuar diferente.
Cuando menos lo esperó, la sesión había concluido. Ella había desaparecido ya como el ayer más feliz.
Hasta siempre
El no volvería a verla, no al menos durante un largo tiempo. Los menesteres de la cotidianidad sabrían devolverle la paz mientras el suave canto de la esperanza endulzare su oído noche tras noche…
Al fin y al cabo, existen millones en el mundo ¿Qué no?
No... Era esto último, un estúpido pensamiento.
Uno que lo anclaría en lo mismo una y otra vez...

Tiempo de navegar, con ella....

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