miércoles, 11 de enero de 2012

Zholve Te’ra

Desperté en un magro cuerpo que había sido corrompido anteriormente por espíritus malignos que hervían en el más sulfúrico odio. Moví lentamente cada dedo magullado de mis manos y pies, respiraba con cautela pues sentía punzadas oprimir mi pecho cada momento que inhalaba. Mi visión era imperfecta, podía distinguir sombras que se difuminaban en el espacio colorido que me rodeaba. De inmediato supe que cuestionar e investigar el pasado, todo por lo que el títere de carne en el que me encontraba había pasado, era inútil. Desperté cual si me acabaran de inventar, sin un ayer que recordar o un mañana que imaginar, era la vívida representación de una hoja en blanco en manos de un hábil dibujante o escritor, me sentía incapaz de quedarme inerte, viendo al tiempo pasar. Desperté en un cuerpo maltrecho cuyo rostro marcado por surcos amargos ya no sabía cómo pedir un poco de misericordia, de buen trato o al menos, de merecido reposo. ¿Qué habían hecho con él los repulsivos espíritus? Me levante poco a poco, las fuerzas que tenía eran escasas, tan pocas que tuve la ligera impresión de haber sido levantado por el más calmo de los vientos. De ser solo mente atrapada en un denso sueño con forma de sombría marioneta. Logré dar un par de pasos antes de flaquear y desvanecerme cual si me derritiera. Caí de rodillas y el resto de mi cuerpo se precipitó hacia adelante, se detuvo cuando amortigüe el impacto usando mis manos como soporte. Mis brazos por poco aguantaron el impacto. Las palmas de mis manos parecían conocer muy bien al suelo astillado y la sensación que este produce cuando se ejerce suficiente presión y fricción sobre él. Me levanté de nuevo, poco a poco. Me encontraba en el interior de una habitación con olor a humedad. De las ranuras que se habían formado en el entablado suelo brotaban retoños silvestres que no tardarían en envolver el sitio en su verde abrazo. Caminé con mayor equilibrio y logré distinguir con mayor precisión formas y colores, mi vista mejoraba notablemente conforme procedía en mi lento andar. Distinguí también el aroma fragante de los libros viejos y apolillados, estaban por doquier. Abiertos sobre el suelo, sobre los muebles roídos, tan enmohecidos que gritaban advertencias repelentes pues prometían desintegrarse al menor contacto. Había libros inclinados y recargados en los vidrios de las ventanas que simulaban sostener el cristal. Vaya, había libros hasta en el interior de los abollados calderos que apestaban a óxido. La habitación semi silvestre y maderosa era inmensa, no ofrecía ni facilitaba la salida. Palpaba todo lo que a mi alcance se encontraba, sentía el vigor regresar a mi cuando lo hacía. Cada objeto por más pequeño que fuese, al ser observado y tocado, revelaba un secreto y liberaba a un espíritu que desaparecía repleto de gratitud. De pronto, el objeto de mi atención ya no se veía tan vivo, se sentía estático, ya no gritaba ni convertía al silencio en una secuencia inentendible compuesta por desgarradoras alucinaciones. Todo se tornaba pacífico. Cuando me detuve ante el espejo de líquido cristal reflejante y observé mi mirada, comprendí los propósitos nefastos a los que serví cuando era inconsciente de mí ser, comprendí a través de la mirada que mi “nuevo” rostro me regalaba. Eran dos agujeros negros que se remolineaban en mi interior, agujeros negros que habían tragado almas, escupido crueldad. Agujeros negros que habían visto actos blasfemos, profanado la verdad y escondían a Dios. Desde aquel momento no he visto mi reflejo. Prometí que mi intelecto haría más avances que mi vanidad, prometí que solo volvería a ver mi mirada reflejada en la sonrisa del justo y el inocente. Aquel cuarto semi silvestre y maderoso fue lo primero que vi cuando regrese a la vida, probablemente a él vuelva cuando sea el momento de retirarme. Mientras tanto… seguiré revelando los secretos y misterios a quien siga pidiéndolos. Sigo caminando sin detenerme.

2 comentarios:

Pi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pi dijo...

Ya no he sabido nada de tu persona, sin embargo la idea de ti aun se encuentra en unos cuantos pensamientos míos, intentando establecer conexión, sé que no es en vano...