domingo, 2 de octubre de 2011

Alfa Centauri

En algún momento recibí a un viejo emisario que representaba a una extraña raza luminosa que presumia alimentarse del Sol… Eso es todo lo que logro recordar.
Mis visiones apocalípticas cesaron desde entonces. El barbado me silenció. Me compartió una nueva visión de todo aquello que yo consideraba “mi realidad”.
-La responsabilidad es inherente. Siempre ha sido tuya y de nadie más. Lo que llamas mundo pertenece únicamente a los visionarios. Tú eres uno de ellos. ¿Hacia dónde deseas guiar a la gente que busca la fuente? Si has de guiar…– El anciano pausó su conversación y dirigió su mirada hacia un punto específico en el oscuro firmamento.
Fue entonces cuando cuestione mis visiones grisáceas, me di cuenta que era yo quien ya había dejado de creer. No soóo en mi entorno, en lo que escuchaba, en lo que veía y sentía. Había dejado de creer en mí. Entendí que eso me llevo a construir el mundo que inconscientemente creía merecer. Mi propio castigo, mi infierno personal al cual, no solo iría yo, si no, todos los que me rodeaban.
-La culpabilidad es algo que puede asfixiar a todo aquel que tenga pulmones débiles, debes de aprender a entonar nuestra melodía, practicarla cuando menos una vez al día. Eso te dará la fortaleza necesaria para respirar como es debido.- Sin mirarme, añadió: -Aprende la danza y aprende la lengua de aquellos que ya han sido olvidados.-
Sentí un latido… Y otro y otro y otro y otro. Volví a sentir.
Descifré los misterios del infierno tiempo después de aquella charla, la más extraña que haya tenido. Desaparecieron las ciudades derruidas, los cadáveres por montones y pestilentes, la oscuridad que creía interminable. Comprendí que yo puedo proveer un sueño mejor y que hay material suficiente para lograrlo. Uno bueno. Uno en donde quepamos todos. Así que ese fue el impulso que me ayudó a iniciar mi proyecto que sobrepasó lo utópico. Un proyecto que nació en mi mente y corazón y que por ese simple hecho, pudo lograrse. El mundo está repleto de posibilidades, solo hay que saber reconocer las adecuadas.
Ahora, me encuentro en ese sitio que jamás creí real, en ese sitio que yo ayudé a construir y puedo llamar orgullosamente: Casa.
Este es solo el inicio de la historia.
El sol está por aparecer. Es hora de cargarse.