martes, 1 de febrero de 2011

El Arribo (Desde la mirada profunda)

El eclipse abrió la puerta una vez más. Conectando nuestra realidad con la suya, abordamos la nave que llaman tierra, cuyas condiciones a pesar del maltrato dado siguen siendo superiores a la tierra que nosotros heredamos. Para encontrar un sitio mejor en el cosmos y perpetuar la especie, ahora estamos aquí, nuestro hogar algunos siglos en el pasado, alimentándonos de aquello que solíamos ser generaciones atrás.
Los humanos se conceptualizan en un campo diverso al nuestro, vaya burla. Tan solo somos la descendencia de aquellos que sobrevivieron a la cacería hace cuatrocientos años. Ahora los papeles se revierten, mis ancestros huían de criaturas como yo, mis ancestros jamás imaginaron que su propio reflejo les asustaría… Se creían tan puros, tan incapaces de mirarse de tal modo que irremediablemente decidieron creerse diferentes a nosotros…
Hemos aparecido en diversas épocas de la humanidad. En algunas hemos sido considerado encarnaciones de Lucifer, en otras tan solo personas excéntricas con talentos sobrenaturales y una escasa capacidad de socializar, en otras… incluso héroes. Pero en cada eslabón de la historia en la cual hemos decidido aparecer debido a que encontramos la puerta que conecta nuestro mundo perdido siglos en el futuro con este que aun después de todo aparenta conservarse mejor que el nuestro, seguimos siendo desconocidos para nuestros antecesores que conservan ideas erróneas sobre nosotros, sobre lo que serán ellos muy pronto.
Decidí venir aquí para respirar y dejar de lado un universo hostil que jamás descansa, estoy aquí para ser la forma viviente más agresiva de este ecosistema dañado solo para deslindarme de preocupaciones mientras tengo el placer de erradicar al virulento parasito que decidió adueñarse de la tierra. No, mi intención no es impartir justicia a la escoria del universo, es alimentarme de ella mientras encuentro un nuevo hogar.
No estoy muerto, no carezco de sentimientos ni de sueños. Tan solo la necesidad de sobrevivir cambio mi estructura genética para soportar un infierno terrenal. Mis condiciones aquí son supra humanas y poseo una gran ventaja desafortunadamente… Para mi alimento.
Según mis cuentas, este es el tercer día desde nuestro arribo a esta plataforma. Puedo percibir la fragancia del pánico a donde quiera que vaya. En el interior de un edificio en ruinas, la boca de un callejón sin salida en el triste cobijo de un sótano empolvado siempre habrá un insecto titubeando mientras ruega por su vida. Los humanos no son muy inteligentes ni cuidadosos con sus emociones que delatan su efímera presencia insignificante. En el instante que pienso que provengo de semejantes criaturas siento la invasión de una irritante sensación nauseabunda.
Esta noche sin luna me sonríe… La libertad, la vida que puede ser arrebatada en cualquier momento me llama y no resisto un segundo.
Ahora más vivo que nunca, me he regalado un jardín edénico en el cual podre deleitarme en el placer absoluto, sumergirme en cristalinos lagos que se teñirán de rojo muy pronto…

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